La inseguridad ciudadana, convertida en una constante preocupación y temor de la población, debido al hecho de sufrir posibles violaciones, asaltos, agresiones o secuestros, hace que, ni siquiera se pueda vivir tranquilamente, la libertad tan cerrada y una desconfianza que aumenta cada vez más. Da como resultado la increíble falta de presencia por parte de las autoridades para poner orden a las cosas.
Si bien, en estos últimos meses se han dado acciones y presentado propuestas para combatir esta problemática, debemos tomar en cuenta que, sumada a la situación de indiferencia de muchos criminales frente a las reglas sociales y las leyes, viene el tema de lo que sucede con el sistema de justicia y penitenciario peruano. Pese a haber muchos casos reportados de denuncias, estas nunca llegan a ser atendidas o simplemente los procesos son larguísimos por los que se debe pasar para llegar a un resultado en concreto con la justicia.
No obstante, no debemos de olvidar acerca de la gran corrupción que manejan ciertas entidades, donde frecuentemente, a pesar de existir pruebas sumamente graves, sencillamente los dejan puestos a libertad. Es por eso, que estas acciones dejan claramente que el problema no solamente radica en criminales, sino en aquellas instituciones quiénes permiten la “supuesta” ejecución de justicia.
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