El pasado 13 de febrero fue el Día Mundial de la Radio y este año 2023 la UNESCO con su lema “Radio y Paz" buscó destacar la importancia de las emisoras de radio en la emisión de información al público en general y su contribución a la opinión pública, retribuyendo en los procesos de toma de decisiones.
Con la actual coyuntura en el Perú, ¿Se seguirá la misma senda por el objetivo que traza el organismo de las Naciones Unidas? Que busca la transmisión de programas informativos y de opinión imparciales, independientes y basado en hechos comprobables para sentar las bases de una democracia sostenible, contribuyendo al mantenimiento y la transición a la paz.
Desde sus inicios (1925) la radio peruana ha logrado ser el medio más cercano y con mayor alcance, superando a la televisión. Generó poder y contribuyó a la construcción de la cultura e identidad nacional, al contener parte de la historia de la música, la política, el periodismo, la cultura popular y publicidad.
Sin embargo, en la actualidad las radios a nivel nacional no se dan abasto tras existir otros medios de comunicación polarizantes en donde la intención de esparcir la democracia y paz se ha visto vulnerada. Es cierto, todas cumplen con la meta de reciprocidad con su audiencia, pero no analizan los efectos causados tras una opinión emitida por radio ya sea en vivo o grabada.
Se tendría que ser muy apegado a la radio y destituir a los demás canales de transmisión de información para que se cumpla el propósito de la UNESCO, pues un comentario en medios digitales muchas veces origina el movimiento de masas sociales causado por un “líder de opinión” que simplemente dejaba su subjetivismo redactado en líneas de carente ética profesional periodística.
Según los Derechos Humanos, todos poseemos la libertad de expresión, pero aún no existe una norma que ponga restricciones y castigos al momento de decir nuestros pensamientos al público, lo que deja un pase libre ilimitado de generar odio, rencor, desinformación, mentiras, resentimiento social.
Algo que podemos observar a diario desde que se inició la crisis política en el Perú es la desinformación continua entre peruanos, que creen que por tener la razón van a cambiar el pensamiento a otro compatriota, cuando la realidad es que cada persona siempre va tener su propia opinión de los hechos y la verdad absoluta es algo con la que hasta los periodistas viven buscando exponer.
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