En las últimas semanas, se ha presenciado una serie de incidentes violentos e intensos que han generado muchos daños colaterales, tanto en infraestructuras como la vida de los civiles, ya que son alrededor de 54 muertos y más de un millar de heridos. Manifestantes y policías se enfrentaron en las calles de la capital, donde los policías lanzaban gases lacrimógenos y colocaron cuerdas para impedir el paso, mientras que los civiles se dedicaban a acudir a la violencia para ser escuchados.
El Ministerio de Salud declaró alerta roja en los centros sanitarios del país, ya que las protestas se encuentran en otros lugares de provincia, sin embargo, el centro del caos es Lima, donde más de 9.000 agentes policiales están intentando controlar la situación; los disturbios se fueron intensificando de tal manera que los protestantes incendiaron la “Casona Marcionelli”, centro histórico. Asimismo, como se mencionó anteriormente, diversos lugares de provincias también son escenarios llenos de violencia.
La detención y destitución de Pedro Castillo fue el detonante de esta crisis, por consiguiente, la vicepresidenta Dina Boluarte asumió su cargo y empezaron las manifestaciones con el lema “toma de Lima”, al principió solo surgió esta iniciativa de protesta con unas comunidades indígenas y agrupaciones vecinales del sur del país, sin embargo, se sumaron más civiles a participar de estos disturbios, numerosos manifestantes de diferentes provincias que conforman un sindicato han asegurado que no se marcharían hasta lograr su objetivo: la renuncia de la presidenta, la disolución del congreso y la convocatoria a nuevas elecciones.
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