A finales de 2024, se reportaron casos escalofriantes de abuso animal en diversas regiones del país. Desde perros inofensivos quemados con agua hirviendo, hasta un majestuoso cóndor andino maltratado en un desfile, los abusos llegaron incluso a altos cargos políticos. La crueldad no tiene límites, y el maltrato se está normalizando.
Entre el noviembre y diciembre del 2024, se ha reportado diversos casos de abuso animal en locaciones como Santa Anita, Ate y Apurímac, incidentes que son solo una pequeña muestra de un problema mucho más grande. Según el Ministerio Publico, se han acumulado un total de 3 032 denuncias por maltrato animal durante el 2024, reflejando una creciente indiferencia hacia el sufrimiento de los seres más vulnerables.
El 1 de noviembre se registró, Infobae reporto en Ate, un acto de deshumanización de una vendedora local, al lanzarle agua hirviendo a un perro de la calle que se encontraba frente a su puesto, sufriendo quemaduras de segundo grado en una de las patas traseras. En consecuencia, la vendedora enfrentó una denuncia, multa y una manifestación que exigió justicia.
Siete días después, SPDA Actualidad Ambiental da a conocer el caso alarmante en Apurímac, donde el alcalde Fritz Valencia Bárcena y el teniente alcalde Nicanor Ccahuana Chumpe fueron responsables de promover este indignante abuso al cóndor andino, una especie en peligro de extinción. Ambos funcionarios permitieron que el ave fuera desfilada públicamente, atada y maltratada, sin considerar el sufrimiento que causaban. Finalmente, tanto el alcalde, junto con otros responsables, fue sancionado por vulnerar las "5 libertades" de los animales silvestres.
Y en Santa Anita, según ElComercio, el 12 de diciembre del 2024, envenenaron a 25 perros, tanto perros domesticados como callejeros, terminando con sus vidas por el potente veneno con efecto convulsionante. Pero logrando dar con el responsable del envenenamiento, llevándolo ante la justicia, gracias a los residentes que exigieron la intervención del municipio respecto a la atrocidad ocurrida.
Aristóteles nos consideraba el único animal capaz de reconocer lo justo y lo injusto, y esa capacidad moral nos obliga a cuestionar la indiferencia con la que permitimos que se trate a los más vulnerables. El abuso animal no es solo una serie de incidentes aislados, sino un síntoma de una sociedad que aún lucha por encontrar su humanidad en un mundo donde el sufrimiento ajeno parece cada vez más invisible. Si verdaderamente entendemos lo que significa ser "políticos", debemos ser capaces de actuar en defensa de todos los seres que comparten este mundo con nosotros.
Redactora: Coral Carrion
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