En algún lugar, donde el sol se abrazaba con la tierra y los ecos del viento llevaban susurros de esperanza, vivía Valerie, una joven con un don mágico que se convirtió en el pilar de todo un pueblo.
Foto: wallpaperbetter
Valerie poseía un talento extraordinario, una voz que parecía estar tejida con la luz del sol, junto a su guitarra creaba acordes hipnotizantes que todo el reino se detenía a escuchar. Cada vez que componía los rayos dorados atravesaban las nubes, casi como si respondieran a su canto. Las cosechas, antes marchitas, se erguían como si sus raíces bebieran directamente de sus notas, mientras los animales la acompañaban con sus propias melodías, creando así una sinfonía perfecta. Los habitantes del reino sabían que, mientras Valerie cantará, el mundo florecería con ella.
Liam, un príncipe lleno de ambición y sonrisa cautivadora, supo ver el poder oculto en Valerie. Aunque se acercó a ella con gestos de admiración y dulces palabras, en el fondo albergaba un deseo oscuro. Sus actos, calculados y frívolos, eran como los movimientos de un cazador acechando a su presa. Fingió amarla, tejiendo su encanto a su alrededor hasta hacerse indispensable en su vida. Valerie, le abrió su corazón sin sospechar que el hombre que decía amarla solo deseaba apropiarse de su poder, de la magia que hacía florecer el reino y que la mantenía conectada a la esencia misma de la vida.
El día que Liam decidió actuar fue el más luminoso que el reino había conocido, como si el sol quisiera advertir a Valerie de su destino. Con frialdad y astucia, la traicionó, arrebatándole la vida en un acto de crueldad despiadada. Creyó que, al eliminarla, su poder pasaría a sus manos y él se convertiría en el gobernante absoluto del reino, controlando no solo la tierra, sino la vida misma. El cielo, que siempre respondía al canto de Valerie, se mantuvo en un extraño silencio tras su muerte, y Liam creyó haber logrado su objetivo. El reino, ahora bajo su mando, parecía haber perdido la magia que una vez lo había llenado de luz.
Sin embargo, Liam no había contado con un último detalle, pues la esencia de aquella fascinante muchacha no se desvaneció. Aunque su cuerpo ya no estaba, su música seguía resonando en el aire, como un susurro en el viento y como una brisa en los ríos. Su melodía, imperceptible para Liam, pero clara como el día para el pueblo, seguía resonando en los corazones de todos, llenándolos de fuerza y esperanza. Mientras Liam intentaba imponer su control con mano de hierro, la música de Valerie se hacía cada vez más fuerte, un recordatorio de que el verdadero poder no podía ser apagado. Y así, aunque Liam gobernara el reino, nunca logró silenciar la voz de Valerie, que continuaba fluyendo, más allá del tiempo, protegiendo al pueblo desde el aire mismo.
Redactado por: Rei Hinojosa
Comments