Albarracín, en Teruel, España, cautiva con su encanto medieval y belleza natural. Sus calles, casas rojizas, balcones forjados y monumentos históricos ofrecen una experiencia única.
Foto: Elle / www.elle.com
Desde el distintivo tono rojizo de sus viviendas hasta los detalles exquisitos de sus puertas, llamadores y ventanas con visillos de encaje, cada aspecto de Albarracín parece ser una pieza de arte. Balcones elaborados en forja y madera tallada añaden sofisticación, creando una atmósfera única que te transporta a tiempos pasados.
La Plaza Mayor, con el imponente Ayuntamiento, es un excelente punto de partida para explorar este pueblo lleno de monumentos y museos, como la majestuosa catedral, las encantadoras iglesias de Santiago y Santa María, la Casa-Museo Noble de la familia Pérez y Toyuela, el Museo Municipal y el Museo Diocesano. Para quienes viajen con niños, el Museo del Juguete es imperdible.
Para experimentar la naturaleza, disfruta de un paseo junto al río Guadalaviar y explora el paseo fluvial que sigue el meandro esculpido por el río. Se aconseja utilizar estacionamientos en la entrada y calzado cómodo, ya que las cuestas y escaleras son parte del encanto de Albarracín. Entre los atractivos se encuentra la subsede de Territorio Dinópolis, dedicada al mundo de los fósiles y mares prehistóricos, conocida como Mar Nummus.
Sumérgete en la historia y arquitectura de Albarracín con una visita guiada ofrecida por la Fundación Santa María o El Andador. Albarracín es más que un destino turístico; es un viaje al medievo donde cada calle, muralla y monumento cuentan la historia de un pasado que perdura en la belleza atemporal de este lugar singular.
FUENTE: Turismo Aragón
REDACTADO POR: Natali Tarazona
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