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Columna: ¡Todos nacemos calatos!

Actualizado: 19 ene 2021

Escrito por: Joohn Raúl Oblitas Carreño


Hola a todos o a pocos, eso depende de cuántos lean esta columna de opinión, pues sé que el escritor vive y se debe a sus lectores. Hoy, domingo 22 de noviembre, comienzo la primera publicación de “Punto de quiebre” y los invito a reflexionar sobre el humanismo en las profesiones. Empecemos con esta reflexión: De dónde aparece tanto odio en nuestro Perú. ¿Qué, cuál odio?, ¡Bien!, solo enumeremos: La corrupción con el pueblo, la humillación a repartidores, el de disparar a la población desarmada, Verborrea de palabras desfasadas, respecto a que el pueblo no puede elegir a sus gobernantes. En fin, la lista es larga. Pero, ¿De dónde aparece estos deseos de dañar a los demás? Citaré a Jean-Jacques Rousseau, él pensaba que “El hombre es bueno por naturaleza y que es la sociedad la que lo corrompe”. En segundo lugar, citaré esta segunda frase: “El hombre nace libre, pero en todos lados está encadenado”.


En verdad creo que todos venimos a este mundo sin credos, sin colores políticos, sin ambiciones insanas, en pocas palabras todos nacemos calatos - ¿Qué significa? - “Figura humana desnuda, o cuyas formas se perciben, aunque no esté desnuda”. En qué momento entonces empezamos a actuar fuera de la moralidad. Algunos dirán que el grueso estadístico de personas inmorales se encuentra en la población sin formación superior. Sin embargo, no analizaré ese factor, sino más del que nos gobierna. Hace unos años, se decía que personas “Sin estudios superiores nos gobernaban”. Ahora la mayoría de políticos tienen una profesión. Siendo ellos los que son señalados como corruptos. Aquí hay que entender que, cuando se convive con la corrupción, no se roba dinero ni propiedades, se roba vidas, se roba ilusiones, se roba sueños… se roba almas. ¡Ay de aquel que destruye al otro!, Probablemente se esté perdiendo así mismo.


Es que, en la búsqueda de la intelectualidad, son algunos los que se despojan de su humanidad. Pues el camino a recorrer, en la senda del intelecto (que es la facultad de la mente que permite aprender, entender, razonar, tomar decisiones y formarse una idea determinada de la realidad), se requiere disciplina y mucha fuerza, incluso soledad, tanto que quiebra a algunos, pues tienes que estudiar y prepararte. Es en ese trayecto que te alejas de la gente, no por un tiempo, sino para siempre, incluso tú mismo dejas de sentir como ser humano y te vuelves una máquina de producir dinero. Olvidando lo bonito que era soñar. Mucho menos entenderás los sueños de otros. Esto sumado a la tendencia de formar profesionales cada vez más técnicos y menos humanos, pero qué esperamos, si hasta sus docentes son gente sin alma, sin energía, grandes duchos intelectuales con una capacidad de inspirar tan enana en contraste a su gran soberbia. Eso para el estudiante es un mensaje mal elaborado. Qué creen que obtenemos al tener en las Universidades docentes solo duchos y poco humanísticos. Ese estudiante se convertirá en un profesional que entiende que el dinero es su objetivo y que tiene que obtenerlo a como dé lugar, sin importarle en absoluto si su riqueza es consecuencia de un trabajo bien hecho, en beneficio de la gente. Pienso y me pregunto: ¿Al final en qué acaba todo mortal?, ¿en la inmortalidad física?, ¿en la inmortalidad del recuerdo de la gente?, o ¿en el simple olvido?, no lo sé. Solo sé que todos nacemos calatos y que debemos ser y alcanzar nuestro máximo potencial, sin dejarnos arrastrar ni jalar por lo que se cruza en nuestro camino de manera temporal. Porque algo sí sé, aunque nos esforcemos por vestir con las mejores ropas a nuestros muertos ¡Al final, todos moriremos calatos!

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