Perú frente a la vacancia y un Gobierno que quiere ganar confianza
- agencia ultimahora
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El Perú vuelve a despertar bajo el mismo guion de siempre: un presidente derrocado, un Congreso victorioso y una población cansada. La vacancia de Dina Boluarte, aprobada el 10 de octubre de 2025 con una rapidez increíble, no es solo el fin de un gobierno debilitado, sino la confirmación de un patrón peligroso: el Parlamento ha convertido la “incapacidad moral” en su instrumento favorito para gobernar y ‘’ganar confianza’’ con la ciudadanía.
Desde la destitución de Pedro Pablo Kuczynski en 2018 hasta la de Dina Boluarte en 2025, el Parlamento ha demostrado una alarmante vocación por la inestabilidad política. Ha sustituido la deliberación por la revancha, el diálogo por la sospecha y la representación popular por el cálculo político. En su afán de castigar a los presidentes, el Congreso ha terminado castigando al país entero: la economía se resiente, la credibilidad internacional se desvanece y la confianza ciudadana se disuelve en apatía.
Por otro lado, hay algo importante y que quizás no es sorprendente, la expresidenta Boluarte no asistió al hemiciclo para ejercer su defensa, pese a haber sido convocada, hecho que fue interpretado por varios legisladores como una muestra de falta de respeto al Parlamento y hasta el día de hoy aparentemente esta refugiada en su domicilio. Pero aquí, lo más preocupante no es la caída de una presidenta, sino este congreso que ha asumido un rol de poder tutelar, actuando como si fuera el árbitro supremo de la moral pública, sin ofrecer alternativas, sin construir políticas, sin asumir responsabilidades. En esa dinámica, la democracia peruana ha dejado de ser un sistema de pesos y contrapesos para convertirse en un tablero de poder fragmentado donde nadie gobierna y todos destruyen.
La vacancia de Dina Boluarte no representa una victoria para la ética ni para la institucionalidad. Es, más bien, un espejo que refleja el agotamiento de una clase política incapaz de escuchar al país real: a los jóvenes sin oportunidades, a los trabajadores informales, a las regiones olvidadas. Mientras el Congreso se aferra a su dominio temporal, el pueblo se distancia, desconfía y se desconecta.
Redactado por Angela Pachas
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