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UN CONGRESO QUE SE PREMIA MIENTRAS EL PAÍS ESPERA

  • Foto del escritor: agencia ultimahora
    agencia ultimahora
  • 17 nov
  • 2 Min. de lectura
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El hecho de que los congresistas reciban hasta S/46 900 en diciembre, incluyendo una tarjeta electrónica de S/1 900, evidencia una brecha cada vez más amplia entre la clase política y las condiciones reales del país. Mientras la mayoría de peruanos enfrenta meses cada vez más ajustados, el Parlamento mantiene un esquema de ingresos que no se corresponde con la calidad ni con el impacto de su labor. El problema ya no es la legalidad de estos pagos, sino la persistencia de un modelo de privilegios que opera sin sentido de responsabilidad pública.


La distribución masiva de tarjetas electrónicas financiadas con fondos estatales deja claro que existe una cultura interna que prioriza beneficios antes que servicio. Cuando una institución pública actúa bajo lógicas de compensación cerradas y automáticas, envía un mensaje inequívoco: sus necesidades internas valen más que las urgencias del país. Esa costumbre de blindarse a sí mismos es, precisamente, una de las causas de la erosión constante de la confianza ciudadana.


Este comportamiento repetitivo revela un problema estructural. El Congreso parece haber dejado de lado la sobriedad que debería caracterizar a un poder del Estado en un contexto de necesidades urgentes en salud, educación y seguridad. La acumulación de ingresos, bonos y asignaciones extraordinarias muestra una falta de empatía con la ciudadanía y una distancia institucional que crece cada vez que se valida este tipo de decisiones. No se puede aspirar a liderar políticamente mientras se sostiene un régimen de beneficios desconectado del país.


Si el Congreso aspira a recuperar parte de la credibilidad perdida, debe empezar por revisar estos privilegios y reformar sus propios estándares. Se necesita transparencia, austeridad y coherencia para que la representación sea real y no un gesto vacío. Sin una corrección interna, cualquier compromiso público quedará desmentido por la práctica, y cada beneficio adicional será una prueba más de un poder que se sirve a sí mismo antes que al Perú.


Redactador: Sebastian Sipión


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