Improvisación versus inseguridad: una receta repetida
- agencia ultimahora 
- hace 4 días
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En el Perú, la inseguridad ha dejado de ser una preocupación cotidiana para convertirse en un estado permanente de angustia social. La reciente declaración de estado de emergencia en Lima y Callao vuelve a poner el tema en la agenda, pero no como señal de una estrategia clara, sino como un reflejo de improvisación. Se vuelve a recurrir a la misma medida que ya se ha implementado en repetidas ocasiones sin resultados sostenibles. La sensación que queda es la de un gobierno que actúa reaccionando a los hechos y no anticipándolos, sin una hoja de ruta que permita enfrentar a la delincuencia con inteligencia, planificación y continuidad.
El problema no es el estado de emergencia en sí, sino el vacío de planificación que lo respalda. No se presentan mapas del delito actualizados, no se articula una estrategia conjunta entre Policía, Fuerzas Armadas, fiscalías y gobiernos locales, no se definen prioridades territoriales ni objetivos medibles. La delincuencia no se enfrenta solo con presencia armada ni con conferencias de prensa, se enfrenta con investigación criminal, desarticulación de redes, seguimiento financiero y prevención en los barrios más vulnerables. Sin enfoque, la medida se convierte en una fachada de acción que pronto se desgasta.
Además, recurrir constantemente a estados de emergencia sin resultados visibles erosiona la confianza ciudadana. Cada vez que la violencia continúa durante o después de estas medidas, el mensaje que recibe la población es que el Estado no tiene control ni capacidad real para protegerlos. Esto no solo afecta la legitimidad del gobierno, sino que también fortalece el sentimiento de desamparo. Cuando la autoridad pierde credibilidad, cualquier acción posterior se vuelve menos efectiva, porque la gente deja de creer en las instituciones y empieza a adaptarse a la inseguridad como si fuera inevitable.
La lucha contra la delincuencia requiere algo más complejo que decretos repetidos. Se necesita una política pública integral que combine inteligencia, prevención, justicia eficiente y reconstrucción del tejido social. El país no puede seguir viviendo bajo la lógica del parche y el anuncio urgente. La seguridad se construye con planificación, con continuidad y con liderazgo sostenido. Si el Gobierno desea realmente recuperar las calles y la confianza, debe dejar de improvisar y empezar a gobernar con profundidad, estrategia y responsabilidad. Sólo así el estado de emergencia dejará de ser una señal de desesperación y podrá convertirse en el comienzo de una solución real.
Redactor: Sebastian Sipión










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