La delincuencia no nos da tregua a pesar de la pandemia, la crisis económica, el estado de emergencia; estas personas no perdonan nada. Puede haber en su camino gente vulnerable como ancianos, niños, mujeres embarazadas, etc.
Esta semana fuimos testigos de cómo asaltaron bancos en plena luz del día, a vista y paciencia de todos en un record de tiempo increíble. La delincuencia se organiza de manera prolija, frente a esto nosotros como sociedad ¿qué hacemos? Nos sentimos más solos que nunca cuando no recibimos el apoyo de las autoridades, cuando vamos a la comisaria y no nos atienden para poner una denuncia, o cuando la municipalidad del distrito no cuenta con el suficiente presupuesto para tener vigiladas las zonas más álgidas en donde la delincuencia campea.
A veces es dejadez o falta de empatía con la población. Saludamos las medidas tomadas por vecinos que se organizan para comprar cámaras de video-vigilancia y que se turnan para vigilar su vecindario. Pero no es suficiente sino se recibe el apoyo de la policía y del serenazgo. Sumado a esto, la rapidez con que el delincuente sale de la comisaria, sin continuar con su investigación ni recibir un castigo drástico; nos lleva a sentirnos entrampados y de no saber hasta cuando continuará esta situación.
Los candidatos presidenciales ofrecen promesas siempre en sus planes de gobierno, pero cuando llegan al cargo no cumplen o simplemente no saben hacerlo. La seguridad ciudadana es un problema que no se puede postergar, el día que comprendamos y que asumamos que esta es una tarea conjunta, que podemos trabajar de la mano de la sociedad civil organizada, podremos lograr un cambio. Cuando además se cierren las brechas económicas, sociales y culturales que hacen que cada vez estemos más divididos, solo entonces podremos vivir en paz y dejar de lado el miedo y la desazón.
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