Lima se viste de gala para recibir a los líderes mundiales en la Cumbre del APEC. Un evento que promete proyectar al Perú como un país moderno y abierto al comercio global. Sin embargo, una amenaza acecha en las sombras: un paro nacional convocado por gremios de transportistas, que amenaza con eclipsar el brillo del APEC y sumir al país en el caos.
Los transportistas, cansados de la crisis económica que golpea al sector y las promesas incumplidas del gobierno, exigen la reducción de los precios de los combustibles, la eliminación de los peajes y una mayor inversión en infraestructura vial. Sus demandas resuenan con la frustración de un pueblo que clama por soluciones a la crisis económica y social que atraviesa el país.
Pero el gobierno, presionado por la necesidad de mostrar una imagen de estabilidad y seguridad para el APEC, se muestra reacio a ceder. La falta de diálogo y la percepción de que el gobierno no está dispuesto a negociar han generado un clima de desconfianza entre los gremios, que han decidido mantener en secreto las rutas de las protestas por miedo a la represión.
El silencio de las calles es un presagio de tormenta. Un paro nacional durante el APEC sería un golpe devastador para la imagen del Perú. Las protestas podrían generar el cierre de vías, la interrupción del transporte público, daños a la infraestructura y una ola de violencia que ahuyentaría a los inversores y turistas.
La sombra del paro nacional se cierne sobre el APEC, amenazando con convertir este evento global en un escenario de crisis social. El gobierno debe priorizar el diálogo y la búsqueda de soluciones para evitar que la crisis social empañe el éxito del APEC. El Perú necesita un liderazgo que priorice el diálogo y la búsqueda de soluciones consensuadas. La democracia se fortalece con el diálogo, no con la represión o el silencio.
Por: Martinez Yasmin
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