Había una vez un pequeño pueblo llamado Nutrilandia, donde todo giraba en torno a la comida. En este lugar, vivían los Alimentos Mágicos, cada uno con un poder especial que ayudaba a los habitantes a mantenerse fuertes, felices y llenos de energía.
Foto: La nación
En el centro del pueblo estaba la Gran Plaza del Plato Saludable, donde los alimentos se reunían para compartir sus historias. La líder del grupo era Doña Espinaca, quien con su capa verde y brillante siempre decía:—Yo doy fuerza y vigor, porque estoy llena de hierro.
A su lado estaba Sir Pan Integral, un caballero dorado que ofrecía energía constante gracias a sus fibras. También estaba el Profesor Pescado, un sabio anciano que compartía su conocimiento sobre los Omega-3, esenciales para un cerebro activo y un corazón sano.
Un día, llegó al pueblo un forastero llamado Señor Azúcar, acompañado de su ejército de Dulces Tentaciones. Aunque al principio parecían amigables, pronto se descubrió que causaban problemas. Los habitantes se sentían cansados, sus dientes comenzaban a doler, y su energía se desvanecía rápidamente después de consumirlos.
Doña Espinaca reunió a los Alimentos Mágicos para idear un plan.—Debemos mostrarles a los habitantes la importancia de balancear su dieta, para que no dependan de Señor Azúcar y sus dulces.
Así, organizaron una gran fiesta llamada "El Banquete de la Salud". Invitaron a todos los habitantes y prepararon platillos coloridos y deliciosos: ensaladas frescas, guisos de pollo, frutas jugosas, y un postre especial hecho con miel y avena, creado por la Chef Manzana.
Los habitantes de Nutrilandia aprendieron a disfrutar de los Alimentos Mágicos y a equilibrar sus comidas. Señor Azúcar y su ejército decidieron marcharse, sabiendo que no podrían competir con una comunidad tan unida y saludable.
Desde entonces, Nutrilandia prosperó, y su lema quedó grabado en cada rincón del pueblo:"Con balance y variedad, la salud es felicidad."
Redactado por: Dayanara Huamani
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